Croquis.
Otra vez la lluvia, una consecuencia de pedir
que todo esto pare de una vez,
y ahora la ciudad parece sudar mi calvario.
Un hombrecito que sigue descubriendo gestos
y marcas en un rostro que parecía conocer muy bien.
Pero cuantos juegos tendré que armar hasta llegar a cansarme
y que la primera persona, este solo en ese personaje
que todo lo dice, lo vive, lo siente y no sea a mí
a quien le digan que se cuide, que están para lo que necesite,
la primera persona es el personaje que me escribe de puño y letra,
los juegos son todos los de mi cabeza, son los mismos que le caen encima a otros humanos, que son personajes de sus historias,
las que aveces son mis dedos las que las cuentan…
parece que escribiera en laberintos de espejos,
que estuviese buscando un solo reflejo en cientos de opuestos perfectos a las facciones que me representan,
en la idealización de mi imperfecto cuerpo,
que se muta cuatro estaciones al año, je.
Si, es eso, una búsqueda incesante, un tiempo invertido en intangibilidades, que solo dejan que el tiempo corra como una quinceañera por los relojes y su tic tac, mis latidos…
Sabemos que no se puede marcar el paso en el asfalto,
solo golpear los talones, de eso debo estar cansado,
no de seguirme el paso, caminarme,
no se hacer silencios, son solo espacios para que otras palabras
se llenen del aire que no respiro.
Otra vez la lluvia, una consecuencia de pedir
que todo esto pare de una vez,
y ahora la ciudad parece sudar mi calvario.
Un hombrecito que sigue descubriendo gestos
y marcas en un rostro que parecía conocer muy bien.
Pero cuantos juegos tendré que armar hasta llegar a cansarme
y que la primera persona, este solo en ese personaje
que todo lo dice, lo vive, lo siente y no sea a mí
a quien le digan que se cuide, que están para lo que necesite,
la primera persona es el personaje que me escribe de puño y letra,
los juegos son todos los de mi cabeza, son los mismos que le caen encima a otros humanos, que son personajes de sus historias,
las que aveces son mis dedos las que las cuentan…
parece que escribiera en laberintos de espejos,
que estuviese buscando un solo reflejo en cientos de opuestos perfectos a las facciones que me representan,
en la idealización de mi imperfecto cuerpo,
que se muta cuatro estaciones al año, je.
Si, es eso, una búsqueda incesante, un tiempo invertido en intangibilidades, que solo dejan que el tiempo corra como una quinceañera por los relojes y su tic tac, mis latidos…
Sabemos que no se puede marcar el paso en el asfalto,
solo golpear los talones, de eso debo estar cansado,
no de seguirme el paso, caminarme,
no se hacer silencios, son solo espacios para que otras palabras
se llenen del aire que no respiro.