24.10.08

Cuanto cuento...



Crazy Wine.
(para los que traspusieron el frío umbral de la demencia)

Ella caminaba metida en un andador gris y de madera; no era un bebe rubicundo aprendiendo a caminar. Decían que tenia alrededor de treinta y cinco años.
Ella decía que su pelo era ensortijado; claro la falta de espejos justifica la autocrítica; estaba absolutamente pelada a cero y su cabeza pequeña y azul, contrastaba siniestramente con sus ojos negros, enormes y abstractos.
Solamente se acercaba a los demás a la hora de las comidas: no podía sentarse sin ayuda y no la pedía, por eso le acercaban el plato hondo y metálico, que ella apoyaba en al madera superior del andador, comía con las manos, arrojando diariamente, los gastados cubiertos de madera lo mas lejos posible. Comía y gruñía, aunque todos sabían que hablaba, casi siempre con velocidad inaudita.
La comida espesa y oprobiante, resbalaba por su gastado jumper de lana, que usaba aunque fuera verano; cuando acababa con su pegajosa ración,
Pedía vino a los gritos, aunque sabia que solo le darían agua; bebía con desesperada convulsión, hasta ver el fondo del jarro abollado y luego entre sollozos. Gritaba que nadie podía engañarla.
- vino, solo vino, quiero vino; no entienden descerebrados - casi rugía entre sus pequeños dientes, filosos y sucios.
Este escándalo se repetía almuerzo y cena, entre las risas soeces de sus compañeros; a la tarde tomaba el te con pan viejo, con cierta elegancia que se diluía en la masa húmeda y viscosa de la “sopa” que hacia al ahogar el pan , en el jarro de te.
Después de la cena, donde se reavivaba el rito cotidiano, venia la negación aunque no tan estridente como los primeros tiempos, a engullir las policromaticas pastillas.
Se dormía al instante como ajusticiada, aunque así era en realidad, por los medicamentos que alguna enfermera, con perfil de guardiacarceles le administraba y obligaba a tragar en su presencia; vieja loba, sabia de todos los trucos variados, escupirlas, esconderlas bajo la lengua y siempre escupirlas.
A la mañana, bien temprano, un enfermero fornido y pesado, levantaba su liviano cuerpo y lo introducía en el andador y así andaban los días, como su carrito siniestro.
Pero ella empezaba el día, que nunca supo cual era, con una muletilla que musitaba y que le había ganado el apodo de la “novia del indio”
–violencia es mentir- decía mientras sus negros ojos relumbraban en la mañana gris y seguía mascullando hacia los jardines, en busca de un banco de piedra y maldecía por no poder sentarse. La escena se repetía por la tarde, pero tenia un final mas feliz!
Generalmente a esa hora lánguida, aparecía un hombre que también tenia algo irreal en la mirada de sus ojos amarillos a la luz del sol. Su pelo largo y plateado acompasaba su paso con movimientos felinos, y la buscaba con premura por los jardines.
Casi siempre traía sucios envoltorios que ella esperaba con cierta ansiedad dislocada. Era su única visita, pero “fiel como el mal aliento”
Y así era.
Alguien se acercaba ya con paso lento; bajo su brazo había un paquete de diarios usados, pero para ella, todo brillaba plateado y ceniciento, como en una aparición pagana.
Arrastraba el andador con premura y horribles torsiones de su cuerpo delgado, afanosamente.
- Tiger, viniste- decía con voz tenue. El la abrazaba suavemente, le acariciaba la cabeza rapada, le besaba los ojos y mentía (o, no), - tenes el pelo hermoso Julia, hoy no hay humedad, sin embargo tenes rulos alucinantes...
- Tiger, viniste...
- como siempre mi amor, y vas a ver que te traje...
- dame, dame!
- Ya, mi vida – y presuroso desataba el paquete de diarios viejos, sobre el césped amarillo-verdoso.
Solo el sabia como pasar esas cosas; había un par de aros, una tanga limpia, sin planchar y un enorme botellon de vino, cubierto por una especie de lona amarillenta.
Julia quería los aros, el abrazándola tiernamente la sacaba del andador y la depositaba sobre un banco de piedra del jardín, le colgaba los aros, como quien viste a un bebe, extendía la lona amarillenta sobre el césped raído y solo después sacaba la botella de vino negro y la desfloraba hundiendo ferozmente su dedo en el gollete.
- Tiger, vamos a beber juntos...
- No princesa, vamos a iniciar un viaje que nos llevara a un lugar donde el vino no esta loco y nadie pide cerveza rubia, sin que los cielos le caigan encima.
Le dio de beber como a una criatura amada y detestable; seco sus labios violáceos después del trago y le dijo con voz cavernosa
- intenta acostarte sobre la alfombra- y la ayudaba sosteniéndola por las axilas pegajosas, con dulzura y firmeza.
- Dame mas vino Tiger – reclamo Julia con los ojos brillantes y dilatados.
- Hay tiempo nena, solo tenes que recostarte sobre esta lona, que convertiré en alfombra voladora.
- Pero entonces no mentiste, esta es la alfombrita que nos dejara viajar en paz; vos me dijiste y ahora no me acuerdo cuando.
- Si negrita; cuando hayamos terminado el vino, mejor dicho, cuando lo acabes, te acostare sobre ella y veras que fácil es volar.
- Volaremos sobre los muros y las rejas Tiger?
- Si mi vida, así será.
Julia se acostó sobre la lona mugrienta, su cabeza azul brillaba al igual que una sonrisa, que por fin nacía en su boca, en su rostro demacrado. Sus manitas crispadas no se apartaban de sus caderas, el se recostó a su lado y entonces ocurrió...
La alfombra levito suavemente.
- vamos Tiger, volemos.
- Eso intento, nena.
De pronto todo se precipito, voces estridentes evidenciaban la histeria de los captores y el olor adrenalinico impregno el aire.
Los enfermeros los rodeaban, alguien pidió – envuélvanlos en la lona, para evitar los chalecos, por ahora-
Afuera quedaban un montón de diarios viejos, un botellon de vino vacío y un estuche que podía ser de aros.
El pabellón de castigo, los recibió entre alaridos y soeces frases; de nunca mas los muros quedarían abajo-
Daba pena pensar obnubilados y sollozantes que afuera siempre estaba la libertad.

2 comentarios:

Palla dijo...

Mientras lo leía, pensaba si será así....si la locura será eso que nos pasa a cotidiano, y ya estamos tan acostumbrados que ni cuenta nos damos...Será que andamos decrepitos y maltrechos para todos, menos para esa (unica, volatil) persona que nos ama??
Nos queda como consuelo, saber que la libertad, siempre esta allá, en algún allá....lo que eso sea que signifique.
Saludos.

algonomade dijo...

jeje, Mi estimada corifeo, me gusta tu lectura, yo creo que mucha gente anda asi, otros simplemente disfarazados...
aun sin tener la libertad, es bueno tenerla a la vista, je..
un abrazo...