22.3.08

Quinta entrega...


Ojos de navaja.

Conocidos y prestados
como un sinónimo
que se hunde en la comisura
de la boca,
por donde sabían
revolotear mis besos
cuando aun mi boca
era solo mía, je!
Y ahí es donde
empezaría el cuento
que no puedo siquiera
imaginar, por trémulo,
por tan parecido a cotidiano
que los ojos se entrecierran
rebotando viejas bellezas
al fondo de la garganta,
haciendo nudos
y esa perversa sensación
de congoja y carcajadas,
que terminan por remitirme
a los principios de las fábulas
que crearon el suelo
donde mástiles humanos
listos para romperse
en una carga de emotividad
y en los sopores
de las manos calmas,
acariciando los asesinatos
de la tristeza en la espalda
con la suavidad
que sostiene el recuerdo
y la imborrable picazón
del deseo desatado y absorto, ja!
Como en un símil
mundo descosiendo
catástrofes tan pequeñas,
como mañanas en las que
ya no puedo encontrarte
en la ya desmedida
amplitud de mi cama desecha!
Nota:
Regenerando una convicción
que tatúo en el pecho
las rutas de un placer tan grave,
como las trampas de la locura cambiando de color bajo mis sabanas!

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