31.3.10

Hasta los niños lo saben...


Los barcos no flotan, andan.

Dispensar un pensamiento,
lo vulgar nos surca tan de cerca
como la tele prendida desde temprano
y hasta la última hora de nuestros días.
La información es otra cosa,
y siempre que me meto en estas calles,
siento que mejor no juego con las palabras
y menor será el acierto,
costumbre que no comulgo,
así son los cambios de opinión y los sostenes que me permiten,
leer tanto las pavadas que son un argumento noticioso
y seguir con mi pequeño mundo lleno de pequeños sabores,
donde compartir es algo sincero
y algo indispensable,
pero también esta la verdad cotidiana,
que es el suceder repetido
donde uno aveces y muchas de esas veces cae,
y despotrica porque el juego no es limpio
y todos tenemos que estar atentos,
cuidadosos, de que?
Los demás no son más que los demás.
Y el prójimo tampoco tiene más papel…
entonces busco en la desesperación,
en la irracionalidad en el abuso,
en la falta de respeto, y no encuentro las respuestas,
veo un sinfín de medios,
enteramente malgastando la calidad humana
y no me enfurezco,
me lleno de una información que va a llevar tristeza
todos los próximos días,
donde encontrarse será verse con una herida,
pero festejar que estas vivo, de la nada,
donde ahí ponen el titulo de última noticia…
Y la verdad, no la tengo.
Lo que si tengo es la boca llena de estas palabras,
las manos llenas de una sensación que me gustaría
que se entere tu espalda, y mis piernas sosteniendo un mundo inocuo, de devenires de roces frágiles y gustosos,
donde al fin terminemos de jodernos,
ligera y felizmente tantos pensamientos mutuos
y paradojas llenando madrugadas,
sin mas que llenos vacíos y besos que no te doy.
Y simplemente me dejo vencer en el impulso
de ver los treinta y cuatro músculos de tu sonrisa moverse,
ser y simplemente me sumerjo,
en un juego que desconozco, pero aprecio perplejo y reconozco convencido…